Estos jarrones, con sus suaves tonos verde agua y blanco, evocan la tranquilidad de un jardín zen. Cada jarrón tiene un diseño único, con formas que varían desde líneas suaves y curvilíneas; el verde agua, fresco y revitalizante, se mezcla armoniosamente con el blanco puro, creando un contraste que es a la vez moderno y atemporal. La cerámica tiene un acabado brillante que refleja suavemente la luz, añadiendo un toque de elegancia a cualquier espacio.
Colocados en una mesa o en una repisa, estos jarrones no solo son perfectos para exhibir flores frescas, sino que también son una obra de arte en sí mismos. Su presencia aporta un aire de calma y sofisticación, invitando a la contemplación y a la apreciación de la belleza en lo simple.